martes, 15 de enero de 2013

Sigue la violencia



Los datos de diciembre revelan que la violencia continúa en los mismos niveles de los últimos meses del gobierno del presidente Felipe Calderón (2006-2012). Uno de los ejes estratégicos del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) es devolver la paz, que implica reducir los niveles de violencia.

Es muy pronto para hacer una valoración sobre si la nueva estrategia de seguridad planteada por el actual gobierno va a permitir que eso suceda, pero es algo a lo que está obligado y debe ofrecer resultados. En buena medida, el voto de rechazo al PAN se explica como consecuencia del fracaso de la guerra.

La expectativa, a nivel nacional e internacional, es que el gobierno de Peña Nieto reduzca, en un corto plazo, los niveles de violencia que existen en el país. Se espera que pronto vuelva el número de crímenes dolosos que existían antes de Calderón y a partir de ahí se retome la tendencia a reducirlos como venía sucediendo desde hace 40 años.

Cuando Calderón asumió su mandato había ocho crímenes dolosos por 100,000 habitantes y al término de su gestión eran ya 24 crímenes dolosos por 100,000 habitantes. El aumento es producto y consecuencia de una estrategia equivocada para enfrentar al narcotráfico.

El nuevo gobierno ya ha realizado la crítica de la estrategia implementada por el anterior y también definido y hecho pública la nueva estrategia.
A pesar de su evidente fracaso, Calderón insistió, hasta el último momento de su mandato, que el próximo gobierno debería continuar con su estrategia. Eso ya no ocurrió.

El zar antidrogas de Estados Unidos, Gil Kerlikowske, ha dicho sobre el nuevo gobierno de México: “Creo que es importante que se reevalúe la estrategia que quiere usar el Presidente para reducir la violencia” y añadió: “Fui jefe de policía durante mucho tiempo y desde luego realizábamos cambios (...) en las medidas para proteger a nuestros ciudadanos”.

La decisión de la “guerra” fue de Calderón, Estados Unidos nunca la pidió. Las autoridades estadounidenses a Peña Nieto no le solicitan continuar la guerra.

En la gestión del actual gobierno un claro indicador de éxito va a ser si abatió los niveles de violencia y logra que la ciudadanía pueda realmente gozar de seguridad y hacerse presente, sin miedo, en todos los espacios públicos.

Al gobierno, a nombre del Estado, corresponde diseñar y operar las estrategias de seguridad que garanticen la paz y la tranquilidad, condición para que se desarrolle la sociedad. La propuesta y ejecutada por el gobierno anterior fracasó. Ya veremos si la ahora planteada es capaz de hacer realidad el primero de sus cinco objetivos estratégicos: construir un México de paz.

viernes, 11 de enero de 2013

La carroza de Bolívar

Rubén

Twitter: @RubenAguilar

Sitio: www.miscuadernos.com.mx


Este libro de Evelio Rosero articula y entrecruza cuatro historias, cuyo ir y venir es resuelto por el autor de forma magistral: la del doctor Pastor y su familia; la de Pasto y sus tradiciones; la de la Colombia de los años 60 con la presencia de la guerrilla y el narco; la de Simón Bolívar. Cada una tienen su lugar, pero al mismo todos se cruzan y pasan a formar parte de un todo, de una sólo historia, la que cuenta Rosero.

La carroza de Bolívar
Evelio Rosero
Editorial Tusquets
México, 2012
pp. 389

En apariencia todo parece funcionar muy bien en la vida del doctor Justo Pastor Proceso: es un reconocido y apreciado ginecólogo en Pasto, una pequeña ciudad al sur de Colombia; está casado con una mujer muy guapa,  Primavera Pinzón; tiene una hija pequeña y otra adolescente, una buena casa y una finca a las afueras de la ciudad, para pasar días de campo. Su afición es investigar la verdadera historia de Simón Bolívar (1783-1830), a partir, sobre todo, del estudio de la obra del historiador nariñense José Rafael Sañudo Rafael Sañudo (1872-1943).
Ese mundo aparentemente idílico empieza a desmoronarse con ocasión de la fiesta de los Inocentes y el desfile del Carnaval de 1966. El doctor, para esa ocasión, encarga al maestro Tulio Abril una carroza alegórica, que ofrece su visión del Libertador. Él piensa que ésa es una buena forma de dar a conocer sus ideas sobre quién fue Bolívar realmente. La fabricación de la carroza se mantiene en secreto. En la medida que sus amigos, las autoridades, el Ejército, la guerrilla y demás se enteran de lo que pretende el doctor la situación se le empieza a complicar.
Todos se oponen a su proyecto, pero él sigue adelante y empieza, entonces, a sufrir las consecuencias de su decisión. Poco a poco pierde a sus amigos, pero también el respeto de los otros. El escultor que elabora unas tablas que van a estar en la carroza es atacado y las piezas destruidas. En ese cambio de escenario, producto de su “herejía”, se da cuenta también que su mujer tiene un amante, que sus hijas no lo quieren, que sus amigos se han aprovechado siempre de él.
En la obra, Rosero articula y entrecruza cuatro historias: la del doctor Pastor y su familia; la de Pasto y sus tradiciones; la de la Colombia de los años sesenta con la presencia de la guerrilla y el narco; la de Simón Bolívar. La manera que el autor resuelve el ir y venir de estas cuatro historias es magistral. Todos fluyen y ninguna se siente forzada. Cada una tienen su lugar, pero al mismo todos se cruzan y pasan a formar parte de un todo, de una sólo historia, la que cuenta Rosero.
La historia presente transcurre entre fines de 1966 y comienzos de 1967. En esa época buena parte del  Continente, Colombia no era la excepción, vivía una etapa de afanes revolucionarios. La novela da cuenta de ellos. En ese entorno se mueve la vida de Pasto y los pastusos con sus costumbres y maneras. Ahí es donde ocurre la historia personal del doctor Pastor y su familia. Es una vida, como la de todos, con alegrías, tristezas, amistades, encuentros, desencuentros, amores, infidelidades, despecho, rabia, odio, estupidez, violencia, heroísmo, entrega y generosidad. De todo eso que hace la vida cotidiana, la de todos los días.
La cuarta historia ofrece una revisión crítica, que resulta  demoledora, de la figura del Bolívar construida por la historia oficial. El autor plantea que esta nueva forma de ver al Libertador se basa en documentos de los cronistas de la época y también de las versiones sobre los hechos que han pasado de boca en boca, generación tras generación. La obra Estudios sobre la vida de Bolívar del historiador nariñense José Rafael Sañudo resulta clave, pero no es el único texto crítico sobre la figura de Bolívar.
La primera de todas, para mencionar algunos, es   Memorias de Simón Bolívar y de sus principales generales, publicada en 1828, obra de Ducoudray-Holstein (1772-1839), que conoció personalmente al venezolano. Está también la crítica de Carlos Marx (1818-1883) quien en 1858 retrató a Bolívar como dictador y un “Napoleón de las retiradas” por su persistencia en la derrota, por lo menos antes de 1819. En 1951, Salvador de Madariaga (1886-1978), el humanista español, publicó Bolívar, en la que lo acusa de hombre cruel, ávido de gloria y exhibicionista pomposo.
Rosero ofrece una crónica precisa del paso de Bolívar por el sur de Colombia. Detalla los hechos de la famosa navidad negra, el 24 de diciembre de 1822, cuando Sucre y Sanders, por órdenes de Bolívar, envisten contra Pasto, ciudad indefensa. En esos días habitada sólo por mujeres, niños y ancianos. El 25 de diciembre amanecieron 400 muertos. Da cuenta también del fusilamiento de Piar y la traición a Francisco Miranda que Bolívar entrega a los españoles, para que lo fusilen.
El texto de Rosero es gran literatura y pienso es una obra mayor. Sorprende la manera como mezcla las cuatro historias a las que hago referencia, pero también llama la atención los retratos que hace de cada personaje, la capacidad para penetrar en ellos, para decirnos quiénes son, que sienten y cómo piensan. La solidez de la investigación histórica en torno a la figura de Bolívar; la manera en que recrea las batallas, los asesinatos y la persecución de las niñas vírgenes, que gustaban al venezolano.
La escritura de Rosero es poderosa, rica y al mismo tiempo es diáfana y directa. Nunca se pierde. La narración avanza, va y viene en el tiempo, pero con una claridad que siempre se agradece. La nitidez con la que avanza la historia supone un trabajo riguroso, una depuración permanente de cada oración, precisamente para que tenga fuerza y no haya posibilidad de confusión. La novela me gustó mucho.

jueves, 10 de enero de 2013

Cárteles centroamericanos



Los cárteles mexicanos se hacen dueños, a partir del 2000, de la ruta de introducción de la cocaína de Colombia a Estados Unidos, que deja de pasar por el Caribe, como se había hecho hasta entonces, para seguir la ruta terrestre de Centroamérica a México y luego cruzar la frontera hacia territorio estadounidense.

Los requerimientos logísticos que trajo consigo la apertura de esta nueva ruta, por donde pasa 90% de la cocaína que se introduce a Estados Unidos, hicieron necesario el surgimiento de cárteles centroamericanos asociados con los mexicanos, para hacerse cargo del cruce de los cargamentos por sus países.

Las autoridades de la región refieren que se han creado cárteles locales en El Salvador, Honduras y Guatemala, lo que se conoce como el Triángulo del Norte, pero que éstos no se han constituido en Panamá, Costa Rica y Nicaragua, que es el corredor sur de Centroamérica.

En razón de la geografía y de las necesidades que plantea el traslado de la cocaína, en su paso de Colombia a Estados Unidos, los cárteles locales se han consolidado y también crecido en Honduras y Guatemala, que tienen costa en el Atlántico, y no tanto en El Salvador, con costa en el Pacífico.

Los cárteles en Guatemala son grupos familiares, a la manera de la mafia italiana y estadounidense, entre los que se encuentran Los Mendoza, Los Luciano, Los Sarceño, pero también los conocidos como de El Petén o Sayaxché y Los Charros.

En Honduras, los cárteles toman su nombre de las regiones caribeñas en las que están presentes y, así, dos de los más importantes se hacen llamar Cabo Gracias a Dios y del Golfo.

En El Salvador, una investigación, el periódico digital El Faro identificó al Cártel de Texis, por ubicarse en Texistepeque, población al noroccidente del país.

Los cárteles centroamericanos son subsidiarios de los mexicanos, que son los verdaderos dueños de la ruta desde Colombia, hasta territorio adentro de Estados Unidos. El istmo centroamericano es un corredor, sobre la zona del Atlántico o el Caribe, que necesariamente hay que pasar para llegar a México y luego a las ciudades del principal mercado de drogas del mundo.

A los cárteles centroamericanos toca, en apoyo a los mexicanos, las tareas propias de la infiltración a las instituciones de seguridad del Estado (Ejército y policías), el aparato judicial y también a políticos, para garantizar el paso de la cocaína por esos países.

Los investigadores plantean que son tres las más importantes formas de relación de los cárteles centroamericanos con los mexicanos: 1) trabajan bajo las órdenes directas de quien los contrata; 2) venden o alquilan servicios de apoyo como trasporte y bodegas de almacenamiento; 3) se asocian en el traslado de la cocaína y también en el lavado de dinero.

martes, 8 de enero de 2013

El origen del pacto por México



Los resultados de la elección presidencial de julio del 2012 no se dieron como idealmente los pensó cada uno de los grandes partidos y eso los obligó a replantearse su estrategia de cara a la realidad de los mismos. Es, entonces, cuando se generan las condiciones para que se alcance el Pacto que ahora todos conocemos.

El PRI se había propuesto ganar con más de 50% de los votos la Presidencia de la República y obtener la mayoría en la Cámara de Diputados y de Senadores. El PRD se veía ganando la elección presidencial o quedando a una distancia más cercana a la que obtuvo. El PAN, después de que vio que resultaba imposible ganar, se propuso quedar en segundo lugar. Nada de eso ocurrió.

Cada una de estas fuerzas tuvo que enfrentarse a la situación: resolver los conflictos internos y tener que optar entre posibles escenarios.

El PRD resolvió acompañar a su candidato, Andrés Manuel López Obrador, hasta que se conociera la resolución del Tribunal electoral, pero de antemano le dijo que no lo apoyaría si decidía protestar los resultados por la vía de las marchas y plantones.

El PRD se propuso evitar la posibilidad de un acuerdo bipartidista, entre el PRI y el PAN, donde una vez más quedaría marginado de la discusión de la agenda política nacional como había sucedió en los pasados 12 años. El PAN, fuera de la Presidencia de la República y ya como oposición, optó por aliarse con el PRD.

La posibilidad de frenar al PRI, si no quería dialogar con sus opositores, estaba en la alianza que el PRD y el PAN hicieran en la Cámara de Senadores.

Cualquier iniciativa que el PRI hiciera pasar en la Cámara de Diputados, haciendo valer su mayoría simple, iba a ser cuestionada o incluso rechazada en la Cámara de Senadores.

El PRI entendió esta realidad y analizó bien que si no negociaba con el PAN y el PRD iba a vivir la misma situación a la que se enfrentaron los gobiernos de los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, que las más de las veces vieron obstaculizadas sus iniciativas de ley por parte del PRI y el PRD.

Es, entones, cuando integrantes del equipo de transición del Presidente electo, Enrique Peña Nieto, se acercan a los líderes del PAN y el PRD que ya habían iniciado conversaciones.

En ese momento inicia el diálogo entre las dos fuerzas opositoras más importantes y los representantes del candidato ganador. Estamos en agosto del 2012.

El origen del Pacto, de ahí su fuerza y también consistencia política, más allá de cada uno de los 95 acuerdos en lo particular es que parte del análisis de la realidad y de los límites y posibilidades de cada uno de los partidos que lo avalan y, desde luego, también del gobierno.

Hay buenas condiciones para que el Pacto se mantenga, por lo menos hasta la elección para renovar la Cámara de Diputados en el 2015 y esto más allá de la acción de los detractores del mismo en cada uno de los partidos firmantes. El Pacto es expresión del realismo y la madurez política, y no concesión al chantaje o la presión de nadie.

viernes, 4 de enero de 2013

Matar

Por Rubén Águila
Twitter: @RubenAguilar
Sitio: www.miscuadernos.com.mx


Matar
Carlos Sánchez
Instituto Sonorense de Cultura
Hermosillo, México, 2011
pp.95

El autor ganó, con esta obra, la sección crónica del Libro Sonorense 2010. Son 18 relatos de hechos de la vida real a los cuáles el escritor tuvo acceso en entrevistas a presos en cárceles sonorenses donde ha trabajado dando talleres de lectura y redacción.
Las crónicas ofrecen la versión directa, limpia, sin adjetivos y valoraciones morales, de los asesinos. En la construcción de esos relatos, que resultan demoledores, se hacen presente personas. El autor no juzga y hace, eso sí, el esfuerzo por entender la “racionalidad” con la que han actuado esos seres humanos que han perdido la dimensión de la realidad.
Estos dan cuenta también de las víctimas, la más de las veces mujeres, que sin haber hecho nada, son llevadas a situaciones límite ante las que son incapaces de reaccionar. Se les ve, no hay otra forma, como sujetos indefensos de la tragedia, como en los textos griegos, que las devora y ante ella, no pueden hacer nada.
En la construcción del texto alterna un relato de cinco ó seis páginas con otro que sólo tiene un párrafo, lapidario y contundente, de enorme dramatismo, que describe un asesinato, uno de estos es Hálito: “Dejo de respirar. Me quedé mirándola. Tuve la necesidad de besarla, pero tenía los labios helados. De a poco fui desenredando el cable del teléfono de su cuello. No me di cuenta en qué momento lo enredé con tanta fuerza, hasta dejarla sin aliento”.
De la introducción, que es de Lenin Guerrero Oronia, trascribo: “Se torna difícil desconfiar de la propia lucidez cuando el homicida está ahí, relatándonos un crimen con la misma brutalidad con que enfrenta su entorno y sus hallazgos (…) Ese imperceptible abismo que nos separa –el de la experiencia de dar muerte- es ahora lo que nos aproxima a él, nos encara con lo posible, realizable o latente en las capacidades humanas”.

miércoles, 2 de enero de 2013

Comunicar la estrategia

Por: Rubén Águilar 
Twitter: @RubenAguilar
Sitio: www.miscuadernos.com.mx
 
La estrategia de seguridad planteada por el presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) debe ofrecer resultados pronto y eso implica reducir los niveles de violencia para que el país regrese al número de asesinatos dolosos que existían antes de que el Presidente Felipe Calderón (2006-2012) asumiera la Presidencia.
Conviene recordar que, cuando Calderón inició su mandato, había ocho crímenes dolosos por 100,000 habitantes; al término de su gestión, eran ya 24 crímenes dolosos por 100,000 habitantes. Eso fue resultado de una estrategia equivocada para enfrentar al narcotráfico. 
Al error de la estrategia de Calderón para combatir al narcotráfico, se añade la forma en que comunicó la misma. El Presidente se convirtió, por la vía de los hechos, en el portavoz del tema de la inseguridad, sobre todo, en la mayor caja de resonancia de la información relacionada con hechos de violencia ligados a la lucha, a la “guerra”, le llamó él, en contra del narcotráfico.
El Presidente, un día sí y otro también, hablaba sobre el tema. La decisión de presentar en televisión, después de su arresto, a los presuntos líderes de los cárteles formó parte de la narrativa de Los Pinos para posicionar el tema. En su lógica, eso demostraba la fuerza del gobierno y también expresaba que estaban ganando la guerra. La sociedad nunca se convenció de eso.
La estrategia de comunicación del nuevo gobierno­ no debe hacer tema central la violencia y la lucha en contra del narcotráfico. Hay países de América Latina con mayores niveles de violencia que los de México, pero sus presidentes no se meten a ese tema. Eso ayuda a que el tema no se minimice, pero tampoco sea sobrevalorado.
Los hechos de violencia siempre son noticia, que se acompaña con una dosis alta de dramatismo y también información adictiva para los medios y la sociedad. El gobierno, por lo mismo, debe ser particularmente cuidadoso en su manejo. De entrada, no es un tema para el Presidente de la República.
En los casos en los que se haga indispensable informar sobre la violencia y la lucha en contra del narcotráfico, debe ser un vocero, no el titular de las instancias responsables, quien informe. La razón es doble: del tema debe hacerse cargo una especialista al que identifiquen los medios y él a éstos. Y el titular sólo debe intervenir en momentos especiales.
La publicidad del gobierno debe también distanciarse de ese tema. Si se encarga de difundirlo masivamente, en la lógica de que va a demostrar sus triunfos, lo único que logra es contribuir a generar un ambiente de incertidumbre y de zozobra generalizada en la población. El gobierno debe trabajar con todo su poder por resolver el problema de la violencia, pero no es un tema a comunicar, de manera cotidiana.

Los ejes de la nueva estrategia



El pasado 17 de diciembre tuvo lugar la reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP) y en ella, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto (2012-1018), presentó la estrategia de seguridad que va a implementar su gobierno a lo largo del sexenio. Se articula a partir de seis ejes que presento a continuación:

1) Planeación: Se articulan programas, presupuestos y asignan responsabilidades y fechas de cumplimiento de los objetivos y metas, para las distintas instituciones de los tres niveles de gobierno.

2) Prevención: Se crea un programa nacional transversal, para entre otras cosas, alinear políticas de prevención; intervención de los espacios públicos; promoción de proyectos productivos y ampliar las escuelas de tiempo completo. Se instala la Comisión Intersecretarial de Prevención del Delito.

3) Derechos Humanos: Se pone en marcha el Programa Nacional de Derechos Humanos, se crea una instancia federal de seguimiento a la instrumentación de la Reforma de los Derechos Humanos, se elaboran protocolos de intervención de los distintos cuerpos de seguridad, se genera un marco legal para atender los casos de desapariciones forzadas y se depura el Instituto Nacional de Migración.

4) Coordinación: La SEGOB conduce un sistema de cooperación nacional con competencias y responsabilidades para las tres órdenes de gobierno. El país se divide en cinco regiones operativas.

5) Transformación institucional: La SEGOB se hace cargo de la seguridad nacional y para eso crea la Gendarmería Nacional, que apoya a municipios con debilidad institucional, y se reorganiza la Policía Federal, que se hace cargo de combatir los secuestros y las extorciones.

6) Evaluación: Se crea un sistema de retroalimentación permanente a partir de indicadores claros, medibles y transparentes, que permitan ver si se avanza o no.

El actual gobierno pretende distanciarse con esta estrategia de la seguida por el anterior. En la reunión, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el procurador de la República, Jesús Murillo Karam, fueron muy críticos de los resultados de la implementada por el presidente Felipe Calderón. Daré puntual seguimiento a la que ahora va a ejecutar el nuevo gobierno. Felices fiestas.