martes, 19 de marzo de 2013

Nuevo Papa

Por: Rubén Aguilar  Valenzuela

En éste cónclave, de cardenales todos conservadores, estaban en cuestión dos grandes temas. Si se elegía a un Papa joven o a uno mayor y si se continuaba y profundizaba la “limpieza” de la Iglesia iniciada por Benedicto XVI.

Ahora sabemos que se han decidido por un hombre de 76 años, que después de la dimisión de Benedicto XVI, que establece una práctica que llegó para quedarse, y que lo más seguro llegado a los 85 ó 86 años va también a renunciar. Éste Papa, pues, ha sido elegido para estar no más de 10 años.

Así, se evita que en una estructura de poder vertical y altamente jerarquizada como es la Iglesia católica un Papa joven, como sucedió con Juan Pablo II, se adueñe de la institución y actúe, por la vía de los hechos, en la lógica de un poder absoluto y esto por largo tiempo. Ahora esto se ha evitado.

Todo indica, habrá que ver lo que ocurra en los próximos meses, que han decidió también seguir con la tarea de “limpieza” iniciada por el Papa alemán. Esta se centra en sanear la administración del banco del Vaticano, evitar y castigar los casos de sacerdotes pederastas y sacar a la luz pública la conducta de obispos que protegieron a los anteriores.

Con las características del ahora Francisco I había una docena de cardenales, pero se puede adelantar, se sabrá con certeza en las próximas semanas, que se decidieron por un cardenal latinoamericano, hijo de padres italianos, como una manera de reconocer la importancia que para la Iglesia universal tiene América Latina que concentra al 39 por ciento de los católicos del mundo.

En 1910, cuando los católicos eran 290 millones, Europa tenía al 60 por ciento de los mismos y ahora, cuando son 1,170 millones ahí se ubican sólo el 25 por ciento de estos y al sumar a todos los católicos del Continente Americano, de Canadá a la Patagonia, estos representan el 49 por ciento del total. Ahora la mitad de los católicos viven en América.

La elección de un Papa jesuita –que fue profesor y rector del filosofado y teologado de la Provincia de la Compañía de Jesús en Argentina y también provincial de la misma– actúa, por la vías de los hechos, como una reivindicación de la Orden fundada por san Ignacio de Loyola, que fue sistemáticamente golpeada por Juan Pablo II.

Los cardenales lo hayan hecho de manera consciente o no, eso también se sabrá con los días, al elegir a un jesuita, con la autonomía que tienen de las autoridades de la Compañía una vez que son elegidos obispos, simbólicamente cuestionan la cercanía que Juan Pablo II tuvo con instituciones como los Legionarios de Cristo y movimientos laicales muy tradicionalistas.

El nuevo Papa es teológicamente muy conservador, en eso no se distancia de los demás integrantes del colegio cardenalicio, pero comparte, eso no todos la tienen, la sólida formación intelectual, que desde su fundación ha caracterizado a los jesuitas. La imagen que existe de estos es que son la Orden más grande de la Iglesia y también los religiosos más progresistas. El papa tendrá que convivir con esa percepción. ¿Seguirá siendo el conservador que ha sido hasta ahora? ¿Se reencontrará con la tradición de la Compañía de Jesús de vivir en el espacio de las fronteras físicas e intelectuales?

Construcción del mito

Por: Rubén Aguilar Valenzuela

 Desde el primer día que asumió la presidencia de Venezuela en 1999, han pasado 14 años, el comandante Hugo Chávez, como se hacía llamar, inició la construcción de una nueva liturgia cívica, la bolivariana, y también la de su personaje y ahora del mito.

La liturgia bolivariana, creada por Chávez, celebra a un “dios”, Simón Bolívar, y tiene un gran “pontífice”, Hugo Chávez, que ahora con su muerte pasa también a ser parte del panteón de los “dioses”.

El ceremonial bolivariano tiene símbolos (banderas, imágenes, colores, uso de los espacios públicos…) y también discurso en el que se “mezcla” el mensaje de Bolívar, determinado por el “historiador” Chávez, el del cristianismo, interpretado por el “teólogo” Chávez y el suyo que emana de los dos anteriores.

Esta liturgia, con su discurso, se fue definiendo y adquiriendo perfiles cada vez más claros en la medida que Chávez prolongaba su estancia en el poder. Con el tiempo su perfil de “pontífice” celebrante también se iba perfeccionando.

El ritual, guiado por esa liturgia, se ha celebrado de manera cuidadosa todos los días, pero ha tenido momentos culminantes como la exhumación de los restos de Bolívar y ahora el funeral de Chávez.

La ceremonia parece haber sido diseñada por él mismo. Siguió al pie de la letra un libreto previamente pensado para que el comandante pasara a la “eternidad”, pero al mismo tiempo se “quedara” en la tierra con su pueblo.

La celebración litúrgica trasmitida en vivo por la televisión venezolana y a nivel mundial por CNN en español funcionó a la perfección. Los 33 mandatarios que asistieron siguieron al pie de la letra el papel que se les asignó.

El ceremonial se organizó para que el comandante Chávez, ahora en ausencia física, se convirtiera en el “dios” tutelar de la Revolución Bolivariana y de sus nuevos conductores. En esta ocasión la liturgia permitió que oficiara un nuevo “sacerdote”, el presidente Maduro.

Ahora en la liturgia bolivariana Chávez estará presente como “dios” tutelar, embalsamado y a la vista de su “pueblo”, que como dijera el “sacerdote” oficiante así siempre lo tendrá con él. Es la versión de la “resurrección” en esta liturgia.

El ceremonial creado por Chávez, ahora sin él, va a incorporar en su calendario una serie de nuevas fechas que darán lugar a diversas festividades como su nacimiento, el día que se graduó, que inició la Revolución y muchas más.

Si Chávez no hubiera muerto joven, a los 58 años, en el ejercicio pleno y absoluto del poder, no necesariamente hubiera pasado al panteón de los “dioses”, para convertirse en nuevo mito de un sector muy importante del pueblo venezolano. Nada es eterno. ¿Cuánto durará?

Elección Papal


 Por: Rubén Aguilar Valenzuela

 Los 115 cardenales electores inician mañana el cónclave para elegir al Papa 266 en la historia de la Iglesia Católica. En la Capilla Sixtina, bajo el formidable “Juicio Final” de Miguel Ángel, éstos comenzarán la jornada electoral con el juramento de que nunca habrán de dar a conocer lo que suceda en esa reunión.

Las elecciones papales en el siglo XIX y XX nunca han pasado de cuatro días. Hay datos para pensar que ésta seguirá el patrón de las anteriores y resulta, por lo mismo, muy probable que para el segundo o, a lo más, el tercer día, la Iglesia tendrá a un nuevo Papa.

La semana pasada sesionó el Colegio Cardenalicio, formado por 205 cardenales. De ellos, los que tienen más de 80 años ya no podrán votar. Éstos dieron a conocer sus posiciones sobre la Iglesia en la reunión, intercambiaron puntos de vista y también supieron más unos de los otros.

Se sabe que en esa reunión un grupo de cardenales, sobre todo de Estados Unidos y de Brasil, exigió que se les diera a conocer los documentos implicados en el caso VatiLeaks antes de que iniciara el cónclave. Hasta este momento, no se ha filtrado información sobre si esto finalmente ocurrió.

Benedicto XVI, al dimitir, rompió con tabúes y mitos sobre la figura y el cargo del Papa, que -se asumía- debería ser vitalicio. Su decisión ha contribuido a desacralizar la figura mítica del Papa, para situarlo en un espacio más terreno y humano. Es una acción revolucionaria que viene de un teólogo muy conservador.

Los cardenales, unos más que otros, reconocen la actual crisis de la Iglesia; como cualquier institución, nunca ha estado exenta de la misma. En ese marco, se sabe que existen valoraciones distintas sobre la gravedad de la misma y la necesidad o no de continuar y profundizar el camino de “limpieza” iniciado por Benedicto XVI.  

Se asume que a propósito de los problemas más evidentes, la prensa ha dado puntual cuenta de ellos; son los relacionados con los malos manejos financieros del Vaticano, los sacerdotes pederastas y los obispos que los han protegido y permitido su ejercicio en lugar de llevarlos a la justicia civil.

Los obispos y sacerdotes más abiertos y los teólogos progresistas asumen con preocupación y tristeza que en el horizonte de los problemas no se contemplen los temas relacionados con la justicia, la opción preferencial por los pobres, la moral, el celibato obligatorio y el sacerdocio de las mujeres, para sólo mencionar algunos.

Entre los sectores más abiertos de la jerárquica y de los fieles y también de los grupos conservadores más consecuentes, está presente la idea de que ahora lo mejor que puede pasar a la Iglesia es se elija a un Papa que continúe y profundice el trabajo de “limpieza” que comenzó Benedicto XVI. Se está a dos o tres días de saber el resultado de la votación.

martes, 5 de marzo de 2013

Los católicos

Por: Rubén Aguilar Valenzuela

El catolicismo es la más universal de las religiones, la más católica, al estar presente en más regiones y países del mundo. Los integrantes de esta religión en números absolutos son ahora más que en ningún momento de su historia.
5 de marzo de 2013
El mundo, pero de manera particular los católicos, están atentos al nombramiento del Papa 266 de la historia de la Iglesia. De los 2 mil 200 millones de los que se dicen cristianos, los católicos son mil 100 millones, el 50 por ciento, que lo convierte en el grupo más grande.

De acuerdo al estudio de Pew Forum on Religion and Public Life, el catolicismo es la más universal de las religiones, la más católica, al estar presente en más regiones y países del mundo. Los integrantes de esta religión en números absolutos son ahora más que en ningún momento de su historia.

Los católicos eran 290 millones en 1910 y ahora son mil 100 millones. En 100 años se han multiplicado por tres. Es evidente que este aumento va aparejado al crecimiento de la población mundial, que ya es de 7 mil 150 millones de personas y al arrancar el siglo XX era de mil 650 millones de personas.

En 1910, los católicos representaban el 17.57 por ciento de la población mundial y en 2010 eran el 15.49 por ciento. A nivel del porcentaje los integrantes de esta religión sólo se han reducido en 2.08 por ciento en 100 años. Estos datos muestran que la iglesia católica no ha tenido una pérdida significativa de fieles y que en todo caso es marginal.

Lo que sí ha cambiado de manera significativa es el espacio geográfico donde ahora están presentes estos creyentes. En 1910, el 60 por ciento de los mismos vivían en Europa y ahora no son más del 25 por ciento.

En la actualidad la mitad de los católicos del mundo (47 por ciento) vive en el continente Americano. De ellos un 39 por ciento en Latinoamérica y la mitad de estos en Brasil y México, que son las dos mayores catolicidades.

Los datos mencionados son tomados de un estudio de la estadounidense Pew Forum on Religion and Public Life, con cifras al cierre del 2010. El número de los católicos crece un poco y serían mil 196 millones al terminar el 2011, con un crecimiento del 1.3 por ciento de 2009 a 2010, según el Anuario Pontificio de 2012.

miércoles, 27 de febrero de 2013

El gobierno del Vaticano


A partir de las 8 de la noche de mañana, 28 de febrero, el gobierno de la Iglesia Católica y el Estado Vaticano quedarán en manos de un consejo de cardenales, presidido por el cardenal camarlengo Tarcisio Bertone, el actual secretario de Estado, quien ha tenido esta responsabilidad en el papado de Benedicto XVI.

Estos cardenales han sido elegidos al azar entre sus pares y actúan como un gobierno provisional hasta el nombramiento del nuevo papa.

Este grupo, ante la dimisión de Benedicto XVI, se enfrenta a una nueva situación como lo planteó el jesuita Federico Lombardi, portavoz del Vaticano.

La tarea central de estos cardenales, hasta la anterior elección papal, se centraba en preparar los funerales del Pontífice fallecido y emitir la fecha y convocatoria del cónclave, para elegir al nuevo papa, según la normativa de la constitución apostólica Universal Dominici, promulgada por Juan Pablo II en 1996.

En esta ocasión y por primera vez en 719 años no hay Papa muerto. El cónclave, en el protocolo pasado, no podía ser citado antes de los tres días que el papa fallecido era expuesto en la Basílica de San Pedro y los nueve días del novenario para rezar por su alma.

La dimisión de Benedicto XVI no sólo implica que se pone fin al ejercicio del papado de manera vitalicia, una decisión que seguramente llegó para quedarse, sino también un cambio en la concepción misma del ser Papa y en el carácter de su gobierno.

Benedicto XVI firma su dimisión como Obispo de Roma y sucesor de San Pedro y no como Vicario de Cristo, expresión utilizada desde el siglo XII.

El teólogo suizo Hans Küng, colega del Papa en el Vaticano II, le había recomendado que cambiara ese título por ser teológicamente inexacto.

Ha pasado desapercibida la importancia de este cambio que resulta clave y es una aportación fundamental del teólogo, que es Benedicto XVI. El Papa deja de ser el representante de Cristo en la Tierra, para ubicarse como lo que es: el sucesor de Pedro en el gobierno de la Iglesia con sede en Roma. El cambio no es cosa menor.

Este gobierno interino será muy breve porque la elección en el cónclave será rápida al no haber grandes diferencias teológicas entre los 117 cardenales con derecho a votar.

El 60% de lo mismo fue nombrado por Benedicto XVI y el otro 40% por Juan Pablo II.

Están también urgidos por los tiempos. La celebración de la Semana Santa inicia el 25 de marzo y para esas fechas ya debe estar nombrado el sucesor de Pedro que habrá de presidir las mismas.

Así va a iniciar su trabajo pastoral como obispo de Roma.

Benedicto XVI, con su dimisión consciente y libre, imprime una serie de cambios fundamentales al gobierno de la Iglesia Católica, al Estado Vaticano y a la concepción misma del ejercicio del papado.

Este teólogo conocedor profundo de la iglesia sabe bien lo que ha hecho. La historia lo va a recordar.

lunes, 25 de febrero de 2013

Cincuenta solicitudes, para hacerse partido



El Instituto Federal Electoral (IFE) recibió 50 solicitudes de organizaciones que pretenden hacerse partidos políticos y las que cumplan con los requisitos  establecidos por la ley electoral gozarán de tal estatuto a partir del 1 de agosto del 2014.

Así, podrán participar en la elección federal de julio del 2015.

La mayor de las exigencias, la que se convierte en piedra de toque, es poder organizar 200 asambleas distritales (existen 300 distritos en el país) o 16 asambleas estatales y garantizar la asistencia a las mismas del equivalente a 0.26% del padrón electoral que suma unos 220,000 ciudadanos, de un registro que rebasa los 80 millones de electores.

Ahora a nivel nacional sólo existen siete partidos (PRI, PAN, PRD, PVEM, Panal, PT y MC) y no deja de sorprender el gran número de las solicitudes que se han presentado.

El cumplir con los actuales requisitos de la ley no es imposible, pero tampoco es fácil. Quienes han presentado su solicitud saben de ellos y piensan que los pueden cumplir.

La realidad es que muy pocas de estas organizaciones van a poder resolver las exigencias de la ley y sólo un número reducido, no más de cinco, en el mejor de los casos, responderán a los requerimientos.

Entre éstas, seguramente el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que lidera Andrés Manuel López Obrador, y Concertación Mexicana (CM), que encabezan Manuel Espino y René Arce. Ya se verá.

De las organizaciones que pretenden hacerse partido algunas son conocidas, pero la gran mayoría no.

El nombre de los grupos da idea de la variedad del propósito e ideología de los mismos. Siete hacen referencia a la ciudadanía, cinco a la revolución, cuatro a la democracia, tres a la migración, y con dos menciones están los jóvenes, el socialismo, la Constitución, las nuevas tecnologías.

De los 21 restantes cada uno representa una idea distinta y entre éstas se encuentran la libertad, el humanismo, la prosperidad y la evolución.

¿Qué explica que tantas organizaciones pretendan hacerse partido? Lo que parece evidente es que estos grupos buscan el financiamiento público al que tienen derecho los partidos registrados.

En principio eso es legítimo, pero pone de manifiesto la carencia que existe en el país de fondos públicos para apoyar a las organizaciones de la sociedad civil (OSCs).

Éstas, entonces, intentan hacerse partido cuando no tendrían por qué hacerlo.

La gran mayoría de las OSCs que existen en el país, no más de 30,000, pocas en comparación con otros países, no recibe recursos públicos para desarrollar sus actividades, al contrario de las que existen en Estados Unidos y los países de la Unión Europea, que buena parte de su financiamiento lo obtienen de los gobiernos.

Entre quienes solicitan el registro hay personas que siempre han vivido de la política, pero también una buena parte son organizaciones sociales que requieren fondos para continuar con sus actividades. Es un problema que exige solución.

martes, 19 de febrero de 2013

Trabajo en red



Las experiencias de las OSCs que trabajan en red en América Latina muestra que éstas crecen en conocimiento del sector y sus posibilidades; se hacen de nueva información y conocimientos sobre los temas de su especialización.

Por: Rubén Aguilar

Crece el consenso sobre que el trabajo en red constituye una  característica distintiva de la acción desarrollada por las  Organizaciones de la Sociedad Civil (OSCs) y que esta modalidad genera alianzas y sinergias en el sector, para hacerlo más efectivo y lograr un mayor impacto.

El trabajo en red se entiende como la articulación concertada de las OSCs que trabajan en torno a un mismo tema con el propósito de sumar esfuerzos y recursos y así obtener mejores resultados del trabajo si cada OSCs lo hiciera de manera individual.

Se asume que el trabajo en red, que implica superar posiciones localistas y sobre todo individualistas, potencia la acción que desarrolla cada una de las partes que integran la red, que opera como el todo, y crecen las posibilidades de éxito de lo que se proponen realizar.

Las experiencias de las OSCs que trabajan en red en América Latina muestra que éstas crecen en conocimiento del sector y sus posibilidades; se hacen de nueva información y conocimientos sobre los temas de su especialización; se generan nuevos niveles de exigencia y profesionalismo;  actúa como un benchmarking, que permite ubicarse mejor con relación a los otros; se obtienen mejores resultados y mayor impacto de los mismos.

El trabajo en red exige, por lo menos, seis grandes requisitos: 1) Superar el individualismo: Asumir que en la relación con los otros se puede hacer más y tener mayor visibilidad, influencia e impacto; 2) Compromiso: Estar presente en toda la dinámica (proceso) y la voluntad de participar hacerla acción; 3) Confianza: Asumir que los otros buscan lo mismo y no tratan de sacar ventaja; 4) Compartir: Estar dispuestos a poner en común las experiencias, los conocimientos; los recursos humanos, materiales y financieros; 5) Apertura: Reconocer que hay puntos de vista y prácticas distintas a las propias, pero que todas suman; 6) Construcción común: Asumir no hay cosas hechas y la acción se diseña en conjunto con los otros.

Las posibilidades de éxito del trabajo en red dependen de la capacidad que se tenga de responder con mucha claridad a la pregunta: ¿Qué queremos lograr con el trabajo en red? A partir de esta respuesta, en la que todos deben coincidir, se construye todo lo que sigue. Sin una respuesta precisa y consensada no hay posibilidad de avanzar y seguramente se habrá de fracasar.