viernes, 2 de marzo de 2012

Morir en el golfo

Héctor Aguilar Camín

Editorial Océano

México, 1987

pp. 245



Vuelvo a leer esta novela 23 años después de que salió la primera edición. Ha pasado el tiempo y como obra literaria sigue vigente para dar cuenta del ejercicio del poder en México. En estos últimos años han cambiado muchas cosas, pero también muchas permanecen. Está presente, con transformaciones, pero sigue ahí, es parte de la condición humana, la misma ambición, el mismo pragmatismo, la misma falta de ética y la misma sumisión.

La obra permanece precisamente porque es literatura, buena literatura, que trasciende los hechos y personas que inspiran esta ficción. La novela es eso y no historia. Como lo aclara el propio autor: todos los personajes, incluidos los reales, son imaginarios. La fuerza del texto restá en la construcción de personajes que son reales y no caricatura, y se adentra en su psicología y en el drama -en la tragedia personal- de cada uno de ellos. Su comportamiento no es objeto de una descalificación moral. Ellos actúan en la lógica de su propia manera de ver el mundo y están dispuestos a hacer frente a los resultados de su acción.

La historia se construye a partir del triángulo amoroso entre la pareja formada por Anabela Guillaumin y el político Francisco Rojano, su marido, y un reconocido periodista, "El Negro", que es un compañero de los años en la universidad. De otro lado está el líder sindical Lázaro Pizarro, que ejerce su autoridad de manera absoluta no sólo en el sindicato sino también en el ámbito político y social local.

Diversas críticas y reseñas han querido ver en el texto de Aguilar Camín la vida del líder sindical Joaquín Hernández Galicia, "La Quina", la acción de Fernando Gutiérrez Barrios al frente de los aparatos de seguridad del Estado, y también un retrato de los entretelones del gobierno del presidente José López Portillo. El escritor se vale siempre de ciertos elementos de la realidad, que le permitan construir su historia. La validez de esta novela, como decía, está en que es literatura y por eso, al paso de los años, sigue vigente.

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