martes, 19 de marzo de 2013

Construcción del mito

Por: Rubén Aguilar Valenzuela

 Desde el primer día que asumió la presidencia de Venezuela en 1999, han pasado 14 años, el comandante Hugo Chávez, como se hacía llamar, inició la construcción de una nueva liturgia cívica, la bolivariana, y también la de su personaje y ahora del mito.

La liturgia bolivariana, creada por Chávez, celebra a un “dios”, Simón Bolívar, y tiene un gran “pontífice”, Hugo Chávez, que ahora con su muerte pasa también a ser parte del panteón de los “dioses”.

El ceremonial bolivariano tiene símbolos (banderas, imágenes, colores, uso de los espacios públicos…) y también discurso en el que se “mezcla” el mensaje de Bolívar, determinado por el “historiador” Chávez, el del cristianismo, interpretado por el “teólogo” Chávez y el suyo que emana de los dos anteriores.

Esta liturgia, con su discurso, se fue definiendo y adquiriendo perfiles cada vez más claros en la medida que Chávez prolongaba su estancia en el poder. Con el tiempo su perfil de “pontífice” celebrante también se iba perfeccionando.

El ritual, guiado por esa liturgia, se ha celebrado de manera cuidadosa todos los días, pero ha tenido momentos culminantes como la exhumación de los restos de Bolívar y ahora el funeral de Chávez.

La ceremonia parece haber sido diseñada por él mismo. Siguió al pie de la letra un libreto previamente pensado para que el comandante pasara a la “eternidad”, pero al mismo tiempo se “quedara” en la tierra con su pueblo.

La celebración litúrgica trasmitida en vivo por la televisión venezolana y a nivel mundial por CNN en español funcionó a la perfección. Los 33 mandatarios que asistieron siguieron al pie de la letra el papel que se les asignó.

El ceremonial se organizó para que el comandante Chávez, ahora en ausencia física, se convirtiera en el “dios” tutelar de la Revolución Bolivariana y de sus nuevos conductores. En esta ocasión la liturgia permitió que oficiara un nuevo “sacerdote”, el presidente Maduro.

Ahora en la liturgia bolivariana Chávez estará presente como “dios” tutelar, embalsamado y a la vista de su “pueblo”, que como dijera el “sacerdote” oficiante así siempre lo tendrá con él. Es la versión de la “resurrección” en esta liturgia.

El ceremonial creado por Chávez, ahora sin él, va a incorporar en su calendario una serie de nuevas fechas que darán lugar a diversas festividades como su nacimiento, el día que se graduó, que inició la Revolución y muchas más.

Si Chávez no hubiera muerto joven, a los 58 años, en el ejercicio pleno y absoluto del poder, no necesariamente hubiera pasado al panteón de los “dioses”, para convertirse en nuevo mito de un sector muy importante del pueblo venezolano. Nada es eterno. ¿Cuánto durará?

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