viernes, 20 de enero de 2012

Hipólito

Hipólito, el hijo de Teso, rinde culto a Artemisa, diosa de la templanza, y se niega hacerlo a Afrodita, diosa del amor. Ella “obliga” a Fedra, esposa de Teseo, a enamorarse de su hijastro. A partir de entonces vive en sufrimiento permanente ante la pasión que siente por él. A su nodriza cuenta lo que le pasa y esta, a motu propio y en espera de que Hipólito responda positivamente a los deseos de su señora, le revela lo que siente su madrastra.
Hipólito al oír la proposición monta en cólera y sus gritos llegan a los oídos de Fedra. Ella asustada y pensando que él, al regreso de Teseo, le cuente lo sucedido decide quitarse la vida y deja una carta acusando a Hipólito de haberla forzado. Teseo encuentra el texto junto al cadáver y culpa a su hijo de la muerte de su esposa. Pide a los dioses que lo castiguen. Él asegura ser inocente, pero el padre no le cree y lo destierra.
Un día el carro en el que viaja Hipólito se vuelca y queda herido de muerte. El padre en un primer momento se alegra de la situación. Es cuando interviene la diosa Artemisa que expone la inocencia de Hipólito y explica la intervención vengativa de Afrodita. El padre se lamente y su hijo antes de morir lo perdona.
La tragedia subraya algunos de los elementos fundamentales de la cultura de la Grecia clásica: el papel de los dioses y sus sentimientos humanos, la “enajenación” de las personas producto de la acción de los dioses que determina su actuación, lo “extraño” de lo que atente contra la sensualidad, las mujeres como sumisas a los hombres, pero al mismo tiempo con el poder de “dominarlos” por el placer.
El texto es una hermosa edición bilingüe griego-español de la colección Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana. La versión y las notas son de Rubén Bonifaz Nuño. Está redactada en versos alejandrinos. En momentos esta estructura dificulta la lectura. La obra se presento por primera vez en 428 a.C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario