miércoles, 5 de septiembre de 2012

Sexto Informe

El presidente Felipe Calderón, en su último informe a la nación, optó por un discurso a la vieja manera, que resultó largo, una hora y media, y lleno de datos. El formato elegido renunció a la posibilidad de centrar su intervención en un claro y contundente mensaje político, para dejar, en el texto entregado al Congreso, el detalle de las acciones y los números.
La extensión de las cuartillas leídas, que trataban los más diversos temas, restó fuerza al discurso del Presidente que resultó intrascendente, un discurso más, aunque muy aplaudido. Calderón dejó ir la oportunidad para plantear una reflexión sobre la democracia mexicana, después que su partido perdió la Presidencia de la República. El discurso se oyó como defensivo y triunfalista.
El informe pasó desapercibido y no tuvo mayor audiencia. Los spots de radio y televisión que, en voz del Presidente, anunciaban el informe y que ahora dan cuenta de lo que se dijo, se oyen ajenos a la realidad y siguen la lógica de la propaganda vacía que no convence a nadie. El mismo Calderón se propone como un hombre valiente y justiciero salvador de las familias mexicanas.
La prensa del informe destaca los momentos anecdóticos y emotivos, tales como que el presidente de la Cámara de Diputados, el priísta Jesús Murillo Karam, fue tacaño en los aplausos o que en la parte final de su discurso al Presidente se le quebró la voz y agradeció a su esposa e hijos su comprensión y paciencia.
El gobierno del presidente Calderón tuvo aciertos como lo hecho en infraestructura, en vivienda, en salud, en el manejo de las variables macroeconómicas y cómo enfrentó la crisis económica mundial del 2009, pero también es cierto que es el sexenio con menor crecimiento de los últimos 24 años y el único que en ese mismo tiempo aumentó la pobreza.
La guerra contra el narcotráfico fue el tema central de su administración y también del último informe. Calderón el 11 de diciembre del 2006 declaró la “guerra” y el 3 de enero del 2007, en un evento en Apatzingán, apareció vestido en traje de faena y gorra de cinco estrellas, como Comandante en Jefe del Ejército. Fue el inicio del drama que metió al país de manera absurda e innecesaria.
Al término del sexenio, las más diversas encuestas registran que los ciudadanos de manera mayoritaria piensan que la guerra la está ganando el narco y también que el resultado de las acciones emprendidas por el gobierno ha fracasado. El Presidente, a pesar de eso, en el informe y en los spots celebra lo hecho en materia de seguridad. En ningún momento hace mención al crecimiento de la violencia y los muertos.
El VI Informe de Gobierno no aporta nada al plantearse, así está redactado, como una pieza de propaganda política propia de este tipo de ocasiones. El texto no informa, tampoco reflexiona sobre el camino a seguir. Sólo defiende lo hecho de manera crítica y por lo mismo no convence. El discurso ha pasado desapercibido para la sociedad. Sólo sirvió para ser leído en un acto ritual vacío de significado.

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