lunes, 1 de abril de 2013

El Presidente visita al Papa

Por: Rubén Aguilar Valenzuela

El Estado mexicano tiende a dejar de ser jacobino, para volverse laico, aunque todavía, en ciertos sectores del pensamiento, subsisten resabios del primero.
Los cambios constitucionales de 1992, que reconocieron la existencia jurídica de las iglesias, es un detonador que acelera el proceso.

Las relaciones diplomáticas entre el Estado mexicano y el Vaticano se restablecieron el 21 de septiembre de 1992, después que se habían roto en el siglo XIX.
A partir de entonces, la Santa Sede cambió el estatuto de mantener en México a un delegado apostólico, para nombrar a un nuncio apostólico.

Desde entonces, un embajador de México está acreditado en el Vaticano.

En ese marco, como otros 170 jefes de Estado y de gobierno, el presidente Enrique Peña Nieto estuvo presente en la misa, del 19 de marzo pasado, que marca el inicio oficial del pontificado del Papa Francisco.

En el saludo al Obispo de Roma, junto con los otros mandatarios, el Presidente lo invitó a visitar México. Se supo que el Papa le dijo que consideraría la invitación y ésta seguramente habrá de ocurrir en el primero o más tardar en el segundo año de su mandato.

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), previamente, para evitar especulaciones emitió un comunicado donde indica: “La presencia del titular del Ejecutivo mexicano en esta ceremonia de relevancia mundial -que reúne a jefes de Estado y/o gobierno y a altas personalidades de diversos países y regiones del mundo- se realiza en apego a los vínculos de amistad, cooperación y respeto que han caracterizado la relación entre México y la Santa Sede”.

El Mandatario mexicano, que como Gobernador del Estado de México hizo una visita oficial al Papa Benedicto XVI, en el 2009, se reunió ahora también con los cuatro cardenales mexicanos y con las autoridades de la Curia Romana.

El Presidente y la SRE destacaron, hubo especial cuidado en eso, las muchas coincidencias que existen entre las posiciones del gobierno mexicano y las del Vaticano.

Con esta vista protocolaria que tienen claros tintes políticos, no puede ser de otra manera, gana el Presidente y su gobierno, pero también el Vaticano y el Papa. Si se tienen relaciones diplomáticas con un país hay que cumplir las cortesías del caso como lo hicieron ahora los jefes de Estado y de gobierno que reconocen al Estado Vaticano.

En México, se dice católica más de 80% de la población, el propio Presidente y su familia se asume como tal, y ciertamente que ésta ha visto con mucha simpatía el encuentro y la actitud del Presidente.

La visita de éste consolida al Papa como un real interlocutor del gobierno mexicano y en su condición de líder moral de los católicos y también como un personaje de carácter mundial. Así, todos ganan.

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