miércoles, 3 de abril de 2013

Los que hacen la diferencia

El campo del emprendimiento social atrae en todo el mundo a cada vez más jóvenes, mujeres y hombres, que ven en esta actividad un espacio para su realización personal y también para contribuir a construir un mundo mejor y más justo para todos.

Por: Rubén Aguilar Valenzuela

Se oye hablar cada vez con mayor frecuencia de los “emprendedores sociales”. El tema rebasa los espacios propios de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). Los organismos financieros internacionales, también algunos gobiernos,  organizan y promueven reuniones sobre el tema, que ahora empiezan a aparecer en revistas empresariales y en los medios de comunicación, aunque todavía de manera marginal.
¿Qué es un emprendedor social? Entre los especialistas del tema existe un acuerdo al señalar que, como parte de la definición, se deben contemplar tres elementos básicos:
Son personas que identifican situaciones injustas que causan la exclusión social de grandes sectores de la población, que por sí mismos no tienen la capacidad de resolver ese problema.
Son personas que identifican las oportunidades que pueden cambiar esa situación injusta y son capaces, con su creatividad e innovación, de crear nuevo valor social.
Son personas que con su acción solucionan o contribuyen a resolver, de manera efectiva, el problema de injusticia detectado y crean un nuevo y estable equilibrio social.
El periódico inglés The Economist sintetiza bien lo que se dice adelante cuando afirma que el emprendedor social: “es en esencia quien desarrolla una respuesta innovadora para un problema social”. Se debería añadir que además ésta es rentable y sostenible.
Los especialistas consideran existen diferencias claras entre lo que hace el emprendedor social con relación al empresario propiamente tal y al funcionario público. Así, uno de los pioneros del emprendimiento social, J. Gregory Dees, plantea que “los emprendedores sociales tienen una misión social explícita en mente. Su principal objetivo es convertir al mundo en un lugar mejor. Ello afecta cómo miden su éxito, y como estructuran sus organizaciones. La mejor medida de éxito para un emprendedor social no es cuántas ganancias hizo, sino cuánto valor social creó”.
El campo del emprendimiento social atrae en todo el mundo a cada vez más jóvenes, mujeres y hombres, que ven en esta actividad, ya no sólo en la empresa, la política, las OSC o el servicio público, un espacio para su realización personal y también para contribuir a construir un mundo mejor y más justo para todos. El sector crece exponencialmente y las  experiencias exitosas se multiplican.

Nota: Para la elaboración de este texto se retoman ideas del libro de Bernardo Kliksberg, Emprendedores sociales: Los que hacen la diferencia (Temas, Buenos Aires, 2011).

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