miércoles, 13 de junio de 2012

Debate: ganadores y perdedores


En el análisis del debate se debe considerar una clara distinción entre quién tuvo el mejor desempeño y el que realmente lo ganó. Se puede tener una buena actuación en esa comparecencia y, sin embargo, perderla.
Quien va arriba en las preferencias electorales se propone no perder puntos y los que están abajo hacer que caiga el primero y ellos elevar su intención de voto.
Si quien lidera las preferencias electorales no reduce su ventaja y los que van abajo no suben, eso es lo que realmente establece quién gana y quién pierde. Eso en independencia de si su desempeño fue bueno o no.
En el debate del domingo, quienes tuvieron mejor desempeño fueron Gabriel Quadri (Panal) y Josefina Vázquez Mota (PAN). El primero hizo las mejores y más innovadoras propuestas y la segunda planteó las críticas más certeras a sus contrincantes.
El candidato que encabeza las encuestas, Enrique Peña Nieto (PRI-PVEM) tuvo un mediocre desempeño al igual que Andrés Manuel López Obrador (PRD-PT-MC). Los dos, con todo, sortearon las dificultades que les suponía el debate.
Las tendencias electorales después del debate, de acuerdo con las encuestas, no cambian y se mantienen los mismos números de preferencia bruta: Peña Nieto 37.7%; López Obrador 23.2%; Vázquez Mota 22.5%, y Quadri 2.2% (Gea-Isa, 12.06.12). La panista es la única que crece.
Así, el verdadero ganador del debate es Peña Nieto, que no ve reducida su preferencia electoral, y los perdedores López Obrador y Vázquez Mota, que no logran elevar su intención de voto y quitarle puntos al que encabeza las preferencias de los votantes.
Como se puede ver, no hay una relación directa entre el buen o mal desempeño en el debate y la intención del voto. Esta comparecencia es sólo un evento, significativo sí, pero no más que una acción en el conjunto de la campaña.
Los electores que ya tienen decidido su voto siempre ven como ganador a su candidato en independencia de cómo éste pudo haberse desempeñado. El posible efecto del debate se reduce sólo a los indecisos y, por eso mismo, sus posibilidades son reducidas.
La historia de los debates a nivel internacional muestra que sólo en raras ocasiones éstos logran modificar la intención del voto. Para que eso ocurra se necesitan tres cosas: rehuir; presentarse a la discusión; que alguien lo haga excepcionalmente bien en comparación con los otros o particularmente mal.
Los cuatro candidatos en el debate pasado no se sitúan en ninguna de estas tres condiciones y eso explica, en muy buena medida, que éste no hubiera influido en las preferencias electorales. La historia muestra que si el debate logra impactar lo hace de manera inmediata y su resultado no se ve en un proceso de días o semanas.
Así, las primeras encuestas después del debate son las que revelan si hubo o no un cambio en la intención del voto. Las que ya se conocen, como lo decíamos antes, no registran ninguna variación. Ésa y no otra es la realidad.
-- 
Twitter: @RubenAguilar
Facebook: http://on.fb.me/wxlPuC
Sitio: www.miscuadernos.com.mx

No hay comentarios:

Publicar un comentario