viernes, 12 de octubre de 2012

Dios, el diablo y la aventura


Dios, el diablo y la aventura
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La obra de Reverte narra, pues, la vida de un personaje formidable en el contexto de la época de los difíciles y azarosos viajes de los navegantes portugueses por el Océano Índico y del proyecto misionero que los jesuitas montan a los muy pocos años de su fundación.



Javier Reverte

Debolsillo – Random House Mondadori

Barcelona, 2010

pp.239



Un acercamiento a la figura y trabajo del jesuita español Pedro Páez Jaramillo (1564-1622) que misionó en Etiopía de 1600 y hasta su muerte. La figura de Páez, que por mucho tiempo se pensó era portugués, es poco conocida a pesar de sus extraordinarias aportaciones, que incluyen ser el primer europeo que vio las fuentes del Nilo Azul, y de las obras que publicó, entre ellas la monumental Historia de Etiopía (1528), de la que se sabe que redactó el prólogo cinco días antes de su muerte, el 25 de mayo de 1622.

De la obra de Reverte destaca la metodología y la manera de escribir y articular el texto. Es un viajero, que desde el hoy de Etiopía, dialoga con el tiempo pasado en el que vivió Páez. El aborde del trabajo es multidisciplinar (historia, literatura, misionología, antropología, geografía, economía, viajes y periodismo) y las fuentes son abundantes. Estudia la obra del jesuita, hay una referencia constante a la Historia de Etiopía, pero también los trabajos de Jerónimo Lobo (1640) y Emmanuel d’Almeyda (1660), también misioneros jesuitas.

Para acercarse a la historia de Etiopía y situar la figura de Páez revisa las obras clásicas de Elliot, Linch, Koenigsberger y Maravall, entre otras, y para dejar en claro los aportes del jesuita recurre a los trabajos de exploradores y viajeros como el escocés James Bruce (viajó en 1769); John Hanning Speke y Richard Francis Burton (viajaron entre 1859 y 1862) y también a los más modernos R.E. Chessman (1936), Alan Moorehead (1962) y B. Brander (1966).

La redacción de Reverte, que es directa y ágil, es la propia de un periodista informado y serio, pero también la de un historiador que a partir de las fuentes a su disposición intenta, con imaginación y también rigor, reconstruir lo que en su tiempo pudo haber sido el personaje. La forma del texto es la de un relato biográfico que en pocas páginas logra decir mucho porque previamente hay un trabajo serio que le permite articular una síntesis que resulta ilustrativa e iluminadora.

En la cuarta de forros de Páez se lee: “fue un hombre de cualidades excepcionales: políglota, hombre de acción, intelectual y arquitecto, convirtió a dos emperadores etíopes a la fe de Roma, recorrió antes que ningún otro europeo los territorios del sur del Yemen, levantó un palacio en piedra de dos plantas en la orillas del lago Tana y dejó escrito en portugués un imponente libro –no traducido al castellano- de carácter científico referido a Etiopía”.

La Historia de Etiopía, se publicó completa por primera vez en 1949 en portugués y en español hasta 2009, el propio Reverte, pero también otros estudiosos comentan que Páez cuida sus fuentes y las explicita, al mismo tiempo que reacciona de manera crítica ante otros textos, es el caso del escrito por el dominico español Luis de Urreta (Valencia, 1610), construido con narraciones de segunda mano, y que está lleno de errores. El jesuita en su historia hace referencias constantes, como lo muestra Reverte, al rigor de su trabajo: “traducí (sic) fielmente” de las informaciones recogidas de “las personas más fidedignas”; “principalmente, hablaré de lo que he visto y de la experiencia…”. Algunos especialistas consideran que el texto de Páez es una pieza maestra del siglo de oro hispano o hispanoportugués de la información que se conoce muy poco y ha sido relegado al académico rincón de las “fuentes primarias”.

La obra de Reverte narra, pues, la vida de un personaje formidable en el contexto de la época de los difíciles y azarosos viajes de los navegantes portugueses por el Océano Índico y del proyecto misionero que los jesuitas montan a los muy pocos años de su fundación. El padre Páez es una figura singular y muy atractiva, pero no es única, él sigue el camino que otros de sus compañeros emprendieron en el siglo XVI y XVIII.

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