lunes, 8 de octubre de 2012

Los beneficios de la legalización

El consumo de drogas es un problema de carácter social como el tabaco, el alcohol y la prostitución, que siempre han estado y seguirán presentes en la sociedad. Los estados han encontrado soluciones medianamente aceptables para administrar la realidad de la prostitución y el consumo de las drogas legales: el tabaco y el alcohol; ahora toca hacerlo con las drogas ilegales.

La estrategia punitiva y de prohibición contra el consumo de drogas, que inicia en la década de los 70 a impulso del Presidente Richard Nixon, ha fracasado. La evidencia indica que en los últimos 40 años no se ha reducido el consumo, la corrupción, el poder de los narcotraficantes ni la violencia y sí hay pruebas de que estos problemas han aumentado.

La experiencia, aunque escasa, y la investigación muestran que es falsa la afirmación de que la legalización trae consigo el aumento de la demanda. Todo indica que más bien sucede lo contrario como ocurrió en Holanda. Es necesario innovar y caminar por nuevas rutas. Si se sigue haciendo lo mismo sólo se obtendrán los actuales resultados.

La legalización de las drogas debe ser un proceso gradual que inicie con la marihuana, que representa 70% de todas las drogas que se consumen en los países y ofrece menores riesgos para la salud.

¿Cuáles serían los beneficios de la legalización, de su producción, comercialización y consumo? Entre otros:
Poner fin al mercado ilegal que reduciría la corrupción y la violencia que le están asociadas.
Reducir la ganancia del crimen organizado y con ello su capacidad de maniobra.
Los gobiernos dejan de gastar las enormes cantidades que hoy destinan a la lucha contra el narcotráfico.
Los gobiernos controlan el mercado y establecen las normas para realizar la actividad.
Los gobiernos fácilmente darían seguimiento a los grupos que venden, así como a sus cuentas e inversiones.
Los gobiernos reciben impuestos generados por la venta legal de drogas, que son más altos que los del tabaco y el alcohol.
Se rompe el círculo perverso entre la venta de drogas y los fabricantes de armas. Son éstas y no las drogas las que matan.
Se reducen los problemas de salud asociados al consumo ilegal y evitan los problemas sociales aparejados (prostitución, robos, etcétera).
Los gobiernos y la sociedad tienen mayor margen de maniobra para impulsar campañas educativas y de prevención.
El tema de las drogas desaparece de la agenda de la relación con Estados Unidos.

A la legalización seguiría la regulación del mercado de tabaco y de alcohol. Las preguntas son muchas: ¿quien controla los mercados ilegales podrá transitar a empresario legal? ¿Las grandes corporaciones del tabaco o del alcohol se harían las dueñas del negocio? ¿Los “dueños” del mercado serán remplazados por una nueva generación de empresarios especializados?

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