miércoles, 15 de agosto de 2012

Armas y asesinatos en Estados Unidos


En Estados Unidos todos los días mueren 34 personas por arma de fuego, que suman 12,410 decesos al año, cantidad por arriba del promedio anual de 10,000 muertos por crímenes dolosos en el sexenio del presidente Calderón, que suman 60,000.
La última matanza ocurrió en la Universidad de Texas A&M el 13 de agosto. Las encuestas realizadas después de las masacres de este año en Aurora, Colorado, y en un templo sij de Wisconsin no cambian la posición de los estadounidenses y 46% sostiene: “Es importante proteger el derecho de los ciudadanos a poseer armas”, de acuerdo con el Centro de Estudios Pew.
Sería recomendable controlar la tenencia de armas, pero nunca prohibirlas, opina 47%, según la misma fuente. Los estudios revelan que tampoco ha habido modificación de la posición tras las matanzas de Arizona (2011) o de la Universidad Virginia Tech (2007).
En Estados Unidos hay 300 millones de armas en manos privadas, lo cual da un promedio de una por persona. En la actualidad existen 106 millones de pistolas, 105 millones de rifles y 83 millones de escopetas.
La estadística de los últimos 50 años no ha variado y en ese tiempo los ciudadanos que reconocen tener una o más armas en su casa representan 45% del total, de acuerdo con las mediciones que Gallup ha hecho en estos años.
De esa información se deriva también que 47% de los estadounidenses considera que las actuales leyes sobre posesión de armas son “efectivas” y 11% propone que todavía deberían ser más “laxas”.
La gran mayoría de la sociedad estadounidense está en favor del estricto cumplimiento de la Segunda Enmienda de la Constitución que ampara el derecho de poseer armas. Su más acérrimo defensor es la muy poderosa Asociación Nacional del Rifle.
Existen algunas organizaciones como la Coalición por Detener la Violencia de las Armas, la cual aboga porque existan mayores exigencias para autorizar la posesión de armas, y también promueven que se renueve la prohibición de fabricar y vender armas de asalto a los particulares, que estuvo vigente entre 1994 y el 2004.
Cuando esta ley expiró, ni el Congreso ni el Presidente, en ese entonces George W. Bush, hicieron nada para que pudiera continuar. La gran mayoría de los políticos, como hijos de su cultura, tiene un respeto cuasi religioso al derecho irrestricto a poseer armas.
Se argumenta y sostiene que la Segunda Enmienda garantiza a los ciudadanos la capacidad de defender por sí mismos su propiedad, su vida y la de los suyos y, por lo mismo, cualquier intento por restringir este derecho es un atentado contra la libertad.
Las matanzas no provocan llevar a la discusión el derecho a poseer armas. Los políticos, republicanos y demócratas intentan mantenerse al margen para no enfrentarse a los ciudadanos, como lo han hecho Mitt Romney y Barack Obama, enfrascados ahora en la campaña electoral.

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